miércoles, 13 de octubre de 2010

Prohibiciones cuando el sentido común no existe

Ciertamente la prohibición no es el camino para conseguir cambios. Se ha demostrado que la naturaleza humana siempre se revela ante tales imposiciones, independientemente de lo razonables y justas que sean.

Lo ideal es que el ser humano haya recibido una educación adecuada con unos sólidos valores morales que le sirvan para aplicar un criterio adecuado en cada situación, lo que habitualmente se llama sentido común.

Pero la vida diaria nos demuestra que no es así. La población tiene una importante carencia de valores y no me refiero sólo a los jóvenes que parecen los culpables de todo, es la sociedad en su conjunto.

Pongamos ejemplos del día a día. Continuamente escuchamos que la Dirección General de Tráfico (DGT) coloca controles y hace las leyes con fines recaudatorios. Semejante argumento para desprestigiar a la DGT sí que es un atropello.

¡Pues claro que la DGT tiene fines recaudatorios! Pero eso no es un argumento de desprestigio ya que obtiene sus beneficios de regular donde el sentido común falla y proteger la seguridad vial. Si gracias a ello se financian carreteras, mejoras en los quitamiedos, etc. ¡bienvenido sea! Y todavía más, creo firmemente que se deben endurecer las penas para algunos comportamientos irresponsables, ya que de sentido común muchos andan un poco escasos.

Estoy harto de los delincuentes que conducen a 200 km/hora, de los que conducen con 3 copas, o de los que se sientan al volante durante interminables jornadas o los que desprecian las señales de tráfico. Todos ellos son delincuentes que pueden provocar y provocan accidentes. Si se financia la DGT con dinero de las multas que pagan esos… entonces estamos de enhorabuena.

Otro ejemplo, salvando las diferencias, lo tenemos muy próximo: la prohibición en Cataluña de la ¿fiesta de los toros? ¡Menuda fiesta! No hemos evolucionado mucho desde el circo romano la verdad.


Pero puestos a elegir el opio del pueblo, prefiero el fútbol que por lo menos no provoca derramamientos de sangre para divertir al público.

La justificación de los toros por la cantidad de empleos que generan es una aberración. De la misma manera se puede justificar la trata de mujeres por estar entre los tres negocios más lucrativos del planeta.

Otra “joya” de justificación, que me produce pena por su bajeza, es que aparece en la literatura, el cine o el teatro. Por la misma razón se podría justificar la violencia de género. ¿Entendéis porqué hago hincapié en la ausencia de valores?

A pesar de todo estoy encantado de esta valiente medida aunque las motivaciones que la han promovido no hayan sido precisamente el sentido común o la defensa de los derechos de los animales. La prueba es que han mantenido los toros embolados (los correbous y similares) ¿A qué juegan los políticos en Cataluña? Se llama doble moral, si es que tienen moral.

Todos sabemos que ha sido un posicionamiento político de diferenciación con respecto del resto de España, pero personalmente me importa un pimiento las motivaciones si se consigue algo verdaderamente positivo, como ha sido en este caso.

Otro ejemplo candente y sobre todo dentro de la FNMT, es el fumar en el recinto fabril. La prohibición llegó para suplir el sentido común y la educación, pero la naturaleza humana hace que muchos se revelen ante una medida beneficiosa para todos, incluso para los fumadores.

Es triste ver que se incumple su aplicación por dejación, siendo los garantes de hacer cumplir la ley, y por ende de nuestra salud los responsables. ¿Les importa acaso? Si tuvieran un mínimo de decencia y principios debe-rían actuar o marcharse. Continuamente demuestran los valores que atesoran y lo poco que les importa nuestra salud.

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