jueves, 30 de junio de 2011

La farsa del caso Madoff - Continuación


… continúa del número anterior.

José Mingo

A medida que se satura la población objetivo, el retorno será mucho menor y la mayor parte de los participantes, sobre todo los tardíos, habrán perdido totalmente la inversión.

El esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de prometedores o exagerados rendimientos. En realidad, las ganancias que obtienen los primeros inversores son generadas gracias a otros nuevos que caen engañados por las promesas de obtener grandes beneficios. El sistema sólo funciona si crece la cantidad de nuevas víctimas.

Los esquemas Ponzi ofrecen a sus inversores grandes cantidades de beneficios en un corto periodo de tiempo. El sistema puede funcionar a corto o largo plazo, dependiendo de la cantidad de nuevos inversores que se integren al negocio, pero está condenado al fracaso.

Lo que permite que el sistema funcione en un principio y logre mantenerse otro largo tiempo es que los primeros inversores, que recibieron sus beneficios por parte del negocio, tienden a mantener sus inversiones en la estafa y, a su vez, aunque algunos inversores tomen su dinero y abandonen el sistema, aun así le brindan buena propaganda al transmitir a otras personas las ventajas de entrar e invertir capital en el sistema.
Además, la estafa suele tratar de evitar que se retiren los inversores por medio del ofrecimiento de nuevos planes, mayores rentabilidades u otros productos o servicios, tales como electrodomésticos a precios bajos, consiguiendo de esta manera que el dinero se mantenga en el sistema y muy difícilmente salga de él.




Una vez llegados a este punto, pueden suceder tres cosas:

1. Los estafadores se escapan con el dinero y demás activos del negocio.

2. El sistema cae por su propio peso, ya que la inversión baja a la vez que comienza a haber dificultades para pagar; al comenzar los problemas, se corre el rumor y las personas comienzan a preguntar por su dinero, parecido a cuando quiebra un banco.

3. El sistema se expone, ya que las autoridades revisan los libros de contabilidad y descubren que gran parte de los activos que producen en realidad no existen.

En España, los esquemas de pirámide funcionaron con el nombre de “células de la abundancia”. El primer “fraude” piramidal del que se tiene noticia se atribuye a Baldomera Larra Wetoret, hija del escritor y periodista Mariano José de Larra; inició sus operaciones hacia los años setenta del siglo XIX, prometiendo al que le dejaba una onza de oro que en un mes la devolvería duplicada.

Operaba a la vista de todos pagando un 30% mensual con el dinero que le daban los nuevos impositores. Se dijo que llegó a recaudar 22 millones de reales y el escritor Juan Eduardo Zúñiga cifra los afectados en 5.000.

Su fama trascendió fronteras, como demuestran periódicos de entonces como Le Figaro de Paris y L’Independance Belge de Bruselas.

La quiebra sobrevino en diciembre de 1876, cuando desapareció con todo el dinero que pudo, aunque dos años más tarde fue detenida en Francia y condenada a seis años de prisión.

Otros casos de similares características en España fueron Sofico (1974), Fidecaya (1982), Banesto (1993), Gescartera (2001) y FinanzasForex.com (2009), pero la de mayor repercusión fue la llamada “estafa filatélica”: el 9 de mayo de 2006 fueron intervenidas dos instituciones, Fórum Filatélico y Afinsa, acusadas de una presunta estafa que dejó sin sus ahorros a más de 465.000 clientes y que causó un agujero patrimonial superior a los 4.500 millones de euros.

Las empresas vendían sellos sobrevalorados a personas incautas y luego los re-compraban por una cantidad algo superior.

Sin embargo, realmente los sellos no se revalorizaban. Como consecuencia de todo lo anterior, la Ordenación de Comercio Minorista prohibió “proponer la obtención de adhesiones o inscripciones con la esperanza de obtener un beneficio económico relacionado con la progresión geométrica del número de personas reclutadas o inscritas”.

De todos modos, en muchos casos la trampa es tan flagrante que el hecho de dejarse embaucar aun a sabiendas de que hay “gato encerrado” ejemplifica a la perfección el materialismo y el empobrecimiento moral de nuestra época, con lo que se evidencia que en muchos casos no se es víctima de un “timador”, sino de la propia obsesión por el dinero de cada uno.



Los lectores atentos se habrán dado cuenta de que hasta ahora he venido entrecomillando todas las palabras relacionadas con “timo”, “fraude”, “estafa” y demás.

Y es que el objetivo de este artículo no es tanto explicar el caso Madoff como intentar demostrar que no es sino la viva imagen de nuestro sistema bancario, un sistema que todos damos por hecho y aceptamos como lícito, moral y natural.

Una vez establecida dicha similitud, cada quién podrá juzgar si realmente el Sr. Madoff es culpable de algún delito o si simplemente se trata de un mero participante más en el juego de la banca, si bien más avezado de lo común.

Continuará….

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