jueves, 30 de junio de 2011

Debate nuclear


Luis Morán Mendaña

A raíz del trágico accidente producido en Japón, saco la conclusión que la opinión pública es fácilmente sugestionable por los medios, además funciona por impulsos. A pesar de todo no podemos aceptar falacias ni medias verdades.

Algunos interesados han aprovechado el accidente incluyendo, de última hora, el debate nuclear en la pasada campaña electoral. Cada uno con sus propios argumentos: apelando a la seguridad, a la necesidad energética, al coste de la electricidad, etc.

Para centrarnos un poco, empecemos con una serie de datos objetivos y después pasaremos a uno subjetivo:

La energía nuclear es intrínsecamente peligrosa y contaminante. Por su propia naturaleza y definición.

- Independientemente del nivel de seguridad de las centrales, siempre existirá un margen de error donde las consecuencias son terribles. Tenemos dos ejemplos descorazonadores en la aún breve historia nuclear.

- Existe una dependencia energética descomunal que impide prescindir de cualquier forma de obtención de energía si queremos mantener el modelo de confort.

- Los contaminantes que generan estarán ahí como regalo que hacemos a los tata…..ra nietos y más allá.

- Es una cuestión aritmética muy sencilla. Si tenemos X recursos naturales para usar de manera sostenible y utilizamos el doble y cada año incrementamos esa proporción, es sencillamente insostenible.


- Son necesarios enormes desequilibrios entre el
primer y tercer mundo para mantener, a duras penas, este expolio universal.

- El sistema capitalista actual está basado en la deuda y por tanto es necesario un crecimiento continuo e infinito para su subsistencia. Si las materias primas y en general nuestro mundo es finito, así lo parece al menos, estamos abocados a la extinción.

- De manera cíclica es necesaria una crisis más o menos virulenta para reajustar ese desfase, aunque ni por esas se consigue.

La parte subjetiva, o quizás muy objetiva es que se puede simplificar bastante (y se resume) en una pregunta: ¿Estamos dispuestos a prescindir de esta fuente de energía?

Es el único debate posible, porque si empezamos un largo debate acerca de la seguridad de las centrales nucleares, estaremos perdiendo el tiempo inútilmente.

Las centrales podrán ser casi infinitamente seguras, y eso que estoy exagerando mucho, pero manejan una tecnología intrínsecamente contaminante y muy peligrosa. Ya lo dice el refrán: “si juegas con fuego te puedes quemar”.

La respuesta a la pregunta la sabemos todos. Está muy arraigado el sentimiento de estatus social, un confort mal entendido y unas necesidades ficticias, impuestas por otros de manera artificial.

Quizás en algún momento despertemos y empecemos a seguir la premisa que dicta otro refrán (¡bendito refranero español!): “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”.

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