viernes, 25 de marzo de 2011

La revolución que se avecina

Es obvio que el mundo está cambiando, algo está surgiendo como respuesta a la opresión económico-laboral-social y policial-militar que sufre la ciudadanía a nivel mundial.

En lo económico y laboral en un vano intento de mantener un sistema que promueve la desigualdad. Un 20% de la población del planeta tiene el 80% de la riqueza.

Se traduce en recorte de derechos laborales y en definitiva trabajar más por medio con la amenaza del despido.

En lo social con los recortes de prestaciones, llámese ampliación de la edad de jubilación, reducción de pensiones, eliminación de ayudas al desempleo, a la maternidad o a las personas dependientes.

En lo policial-militar porque avanzamos a un estado opresor para mantener el sistema. Véase lo que sucede en todo Oriente Medio, el ambiente de protesta contenida contundentemente con los “Jazmines” en China.

Se acercan grandes movilizaciones en España, ya las tenemos esta semana en Portugal y debemos recordar, como ejemplo a seguir, la revolución en toda regla producida en Islandia.

Vayamos por partes y cronológicamente. ¿Qué pasó en Islandia?

La crisis se cebó especialmente con este país, por la propia naturaleza de su economía. De pronto se encontró con un agujero para mantener el sistema financiero que suponía unas 8 veces el PIB.

Hasta aquí es idéntica situación con cualquier otro país, salvando el orden de magnitud de la cuantía del rescate.

Los ciudadanos no se resignaron y se movilizaron a golpe de cacerola, gritos y unos certeros lanzamientos de huevos.


Consiguieron hacer dimitir al gobierno al completo, nacionalizaron los principales bancos y crearon una asamblea popular para reescribir la Constitución.

¿A que tenéis envidia? Pues queda lo mejor: el gobierno intentó devolver la deuda trasladándosela a las familias que durante 15 años pagarían los errores de otros.

La población salió a la calle y obligó que se realizara un referéndum. El resultado fue de un abrumador 93% de votos que no querían tener esa losa en sus espaldas.

El gobierno, presionado por los ciudadanos, inicia investigaciones sobre responsabilidades jurídicas de los responsables de la crisis.

Se procede a ordenar detenciones de banqueros y altos cargos, todos abandonan el país. ¿Cuándo sucederá eso en España? Espero que la fiscalía actúe de oficio y el Defensor del Pueblo tome cartas en el asunto.

A nivel legislativo se prepara la redacción de una nueva Constitución, teniendo muy en cuenta los errores cometidos para que se produjera semejante crisis financiera.


El pueblo se convierte en soberano, dándose una verdadera democracia ya olvidada en el tiempo.

En lo político, se eligen 25 ciudadanos, sin filiación política, de los 522 presentados. Cada una de estas candidaturas debía estar avalada con el apoyo de 30 personas. Se pone fin a la dictadura de los partidos políticos que consintieron y ampararon la crisis.

¿Qué pasaría si tomáramos ejemplo y nos convirtiéramos en un país verdaderamente democrático, donde las grandes decisiones económicas se tomaran por referéndum?

Dejamos Islandia y pasamos a lo que está sucediendo en Portugal. El sábado 12 de marzo de 2011 se organiza una serie de manifestaciones multitudinarias en las principales ciudades. Los primeros datos hablan de 300.000 personas.

Hasta aquí parece “normal” por la situación actual. Lo anecdótico y esperanzador es que la convocatoria proviene de los ciudadanos y no de ningún partido político ni sindicato.

Los ciudadanos están hartos de que les mientan y decidan por ellos medidas contrarias a sus intereses, sólo para beneficiar a unas pocas élites.

Este mismo argumento se puede aplicar a España ya que los partidos políticos y los grandes sindicatos son compinches de la situación y pretenden exprimirnos un poco más: todavía falta desligar las subidas salariales del IPC, que se realizaría sin incrementar la capacidad decisoria de los propios trabajadores en la empresa. Sería trabajar más por menos porque sí.

¿Y qué estamos haciendo en España para paliar la situación? Se hace cada vez más palpable el descontento generalizado.

Tenemos algunos movimientos en marcha, por ejemplo el organizado por malestar.org que recogemos en este mismo número. Todavía le queda mucho camino por avanzar pero es el único camino: la revolución pacífica en contra de los partidos y los grandes sindicatos que nos están llevando a la ruina.

¿Cuál sería el siguiente paso? Aparte de continuar con iniciativas como la de malestar.org, necesitamos un motor de cambio.

Un gran paso sería aprovechar los periodos electorales para recordar a los políticos y sindicatos qué es lo que realmente queremos.

La idea sería presentar programas electorales redactados por los propios ciudadanos. Si los programas de los partidos o sindicatos no se ajustan a las demandas se optaría por no votar.

¿Se atreverían a alcanzar el poder con una asistencia de entre un 30-40%? Sería insultante pero mucho me temo que lo harían.

En nuestras manos está de solucionar los problemas, la otra opción ya la conocéis y padecéis (paro, reducción derechos laborales y salarios, reducción prestaciones sociales, incremento de la edad de jubilación, etc.). ¿Hasta cuando les vamos a seguir soportando?

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