martes, 18 de enero de 2011

De puertos a galgos

Nuestra sociedad es tremendamente mitómana, busca referentes ante la mediocridad reinante. Bastan los múltiples ejemplos en la televisión, en la política o en algunos pseudo deportes.

Idolatrar a un deportista que lleva una rutina espartana, que apenas recibe recompensas en unos deportes poco agradecidos económicamente, es naturalmente lógico, a cualquiera le provoca, como poco, simpatía.

Y que conste que me refiero de los grandes deportes olímpicos, individuales donde la matemática del esfuerzo y el sacrificio es casi una ciencia exacta, y no de otras cosas.


Es triste contemplar cómo caen grandes mitos y cuánto daño hace la cruda realidad de la mentira y el engaño.

El dopaje es una lacra de nuestra sociedad, significa la primacía del “todo vale”, una falta de valores y por añadidura un problema de salud pública.

Pero hay un aspecto también importante, la doble moral de la lucha contra el dopaje. ¿Cómo es posible que los casos de dopaje se con-centren en tan sólo 2 deportes individuales? ¿Acaso no ocurre en otros deportes con mayores remuneraciones que los hacen más atractivos?

Ya me gustaría que fueran igual de rigurosos con algunos juegos deportivos, algunos se llevarían una sorpresa.

Pero no interesa, se mueven ingentes cantidades de dinero y nadie se atreve a perseguirlos. No está bien fastidiar el circo actual que demanda el pueblo ¿verdad? Con aparatos de medición que permiten encontrar concentraciones minúsculas, véase el caso Contador, me extraña que no aparezcan más datos cuando un simple Frenadol o un jarabe para la tos da po-sitivo en un control. Que persigan a los culpables y les castiguen con toda la dureza que le permite la ley, pero… en TODOS los deportes por igual.

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