Todos los trabajadores estamos hartos de oír lo de la “reforma laboral”. Sabemos que significa menos derechos, menos sueldos, menos pensiones, menos vida. Retroceder años en las condiciones de trabajo, perder las cosas por las que nuestros padres y abuelos, incluso muchos de nosotros, hemos peleado durante reencarnaciones.
Ahora hay crisis del capitalismo, no lo olvidemos. Han caído bancos, varios estados están en quiebra, por el engaño y la usura. Pero los poderosos quieren aprovecharlo para ganar más poder, para que nosotros volvamos a ser sus esclavos. Sed buenos, nos dicen. Así, invertiremos, nosotros nos haremos más ricos y a vosotros os dejaremos comer, media casa, salir algún día de copas, ir al fútbol.
Los trabajadores debemos aprovechar la crisis para avanzar socialmente. No podemos simplemente perder el sueldo, perder los empleos, los derechos, y luego esperar a que ellos muevan el capital. Dentro de unos años todo seguirá igual, o peor.
Esta crisis, que quieren que la paguemos, tiene que servirnos para democratizar la empresa, la sociedad.
¿Reforma laboral sin reforma empresarial? NO.
La Fábrica. Los trabajadores debemos controlar la gestión a partir de ahora. ¿Qué hacen 20 consejeros externos –tan tristemente fuera de sitio- y sólo un trabajador? Es imprescindible que, incluso, nuestros representantes se sienten en el Comité de Dirección: donde se decide el día a día, la actividad. ¿Por qué no, si es nuestro trabajo el que está en juego?
Tenemos un convenio, publicado en el BOE. Todo el mundo puede saber cuánto ganamos. Sin embargo, algunos sueldos de esta empresa son opacos, y algunos privilegios. No hay ninguna razón para que no se sepa qué cobran nuestros directivos, ni las prebendas que tienen.
Si los obreros podemos sacar adelante el país y las empresas, debemos dirigirlos.
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