Me parece que mucha gente desconoce el verdadero significado de una palabra importante en el entorno laboral.
Dependiendo de quién la utilice es la panacea, incluso una utopía o por el contrario un concepto peyorativo asociado a la explotación laboral: productividad.
En pleno siglo XXI, con un PIB que nos sitúa como octava potencia económica mundial, no podemos estar en este estado lamentable de subdesarrollo en cuanto a productividad.
El ostentar el dudoso “honor” de estar situado en los peores puestos mundiales, nos limita a nivel competitivo y de sostenibilidad del crecimiento económico y de bienestar social. Somos de los que más horas trabajamos, pero los que menos beneficios generamos por hora. Así es imposible compararse en salarios, pensiones, salario mínimo, prestación por desempleo o calidad de vida con Francia, Alemania o Inglaterra, que deberían ser nuestros referentes y objetivos a medio plazo.
Este estancamiento se debe, al menos, por dos razones fundamentales:
1.– las empresas no apuestan por la eficiencia. Organismos monolíticos como la FNMT siguen aplicando principios productivos desfasados, eso sí, muy robustos pero poco eficaces actualmente.
2.– la mayor parte de los trabajadores lo ven incorrectamente como “trabajar más”, cuando habrían de verlo como “trabajar menos horas, de manera más efectiva, con mayor seguridad, más autoconfianza y autoestima … ¡Y ENCIMA COBRANDO MÁS!”.
Soy de la opinión que la función pública debe ser tan productiva o más que la empresa privada. Al estar sufragada entre todos, el nivel de exigencia y calidad debe ser mucho mayor que en la actualidad. Hay que poner fin a la mala fama que padecen los trabajadores del sector público (vagos e ineficientes), fomentada sólo por el comportamiento de unos pocos que cometen muchos abusos.
No pretendo perder ningún derecho, ni matarnos a trabajar, sino todo lo contario. Siendo efectivos, el beneficio abarcará a todos (medida universal, además de ser tremendamente social). La única manera de conseguirlo es remando todos en el mismo sentido y pasar del modelo actual de empresa (piramidal) a uno horizontal, más democrático y eficiente, en el que se fomente la participación de todos (mandos, técnicos, administrativos, jefaturas, operarios, etc.), cada uno aportando su particular granito de arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario