lunes, 15 de junio de 2009

Sobre agravios comparativos

Existen una serie de agravios comparativos entre el personal de talleres y oficinas. Éstos se producen en ambas direcciones, no sólo en una dirección como algunos quieren hacernos creer.

Los trabajadores debemos ser conscientes que todos somos asalariados, independientemente del lugar y/o la categoría desempeñada y no debemos dejarnos engañar para que dividamos nuestras fuerzas. Como dice el refrán: “divide y vencerás”.


Voy a poner unos ejemplos para ilustrarlo: al personal de oficinas se le recrimina, entre otras cosas, poder salir a la calle en el desayuno. Es cierto, pero también lo es, que un colectivo dentro de talleres tiene esa posibilidad. Entonces ¿cuál es el problema para hacerlo extensible al resto de la plantilla?

Desde la dirección razonan que existirían problemas organizativos, tienen parte de razón, pero este argumento no exime de permitir poder salir al patio a despejarse sin las “cortapisas” actuales o se les permita, ocasionalmente, salir fuera de la fábrica en su tiempo de desayuno (1 vez a la semana por ejemplo) siempre desde la coherencia y el sentido común de los trabajadores (sin abusos ni picaresca), aplicando un modélico buen comportamiento.


Por otro lado al personal de talleres se le recrimina, entre otras cosas, las ventajas relativas, que tienen en los procesos selectivos de promoción interna. Para un mismo nivel, pongamos 9 ó más, exigen como requisito, generalmente, un módulo profesional. Además realizan 1 ó 2 exámenes (parte teórica y/o práctica) y a veces (debería ser siempre, pero esto es otro tema), se facilita a los interesados un curso práctico del puesto en cuestión previo al examen.

En cambio, para el personal técnico, y para el mismo nivel, le piden como requisito de entrada, titulación universitaria de grado medio o superior. Con los nuevos planes de estudio (Plan de Bolonia) es todavía más sangrante. Se intenta paliar aplicando asimilación de conocimientos y/o experiencia laboral, pero siendo insuficiente y anticuado. En cuanto a cursos preparatorios, brillan por su ausencia.

Para más inri, es necesario pasar 4 pruebas, generalmente eliminatorias para esos niveles: prueba de inglés, examen teórico, examen práctico y test de aptitudes, que demasiadas veces bien parece una prueba de actitud (ya he tratado este tema en anteriores números). Parece a todas luces una grave injusticia.


Y me dejo lo mejor para el final, pero sólo como un apunte, ya que merece un análisis mucho más extenso: ¿qué pasa con la aplicación de los contratos de relevo para el personal técnico y de oficinas?

Todos lo estamos viendo, algo está fallando, pero podemos y debemos avanzar solucionándolo, con voluntad y un poco de organización. Si le diéramos la importancia que tiene a la formación muchos de nuestros problemas desaparecerían.

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