7.- Quehacer y significado psicológico en referencia al ser humano
Como ya hemos repetido infinidad de veces que el ser pensante es la entidad modélica y única para toda planificación del quehacer y realización humanas, deduciremos necesariamente que el proceso psicológico de todo ser (su actividad normativa y estructural interna) puede y por tanto debe ser tenida y tomada en cuenta a la hora de toda alusión a la conducta humana.
Por otra parte, como el hecho psicológico en sí es una sumación y amalgama de sutiles empujes energéticos, éstos tienen que ser un módulo significativo implicando una seriación de estímulos, sensaciones, percepciones, etc., que pueda acondicionar el fondo sustancial de toda premisa de conocimiento a la hora de la acciónreacción humana.
Como la psicología marca y se refiere a estratos impregnados de normalidad y normatividad, es de inferir que cualquier estado psicológico correcto tiene que llevar a una actividad vital llena de situaciones gratificantes como lo más propio de la conducta humana.
En la actividad vital de cada día es bastante notoria una cierta irregularidad y anormalidad de gradiente variable en el estado anímico de las personas; por lo cual, debemos llegar a la conclusión de que en general el proceso psicológico de dichas personas conlleva algo en cuestiones de fondo, que una conducta auténticamente normalizada no encuentra ni sabe arreglar o comprender.
Por lo tanto, a la hora de proponer esquemas y/o proyectos de vías integrales y democráticas como solución al innegable problema conductual humano, debemos tener en cuenta esta cuestión psicológica personal en concomitancia y relación simultánea con las instancias y premisas antropológico-sociológicas de las que hemos hablado.
Como ya en estos tiempos mucha gente está bastante persuadida del malestar profundo en que está sumida la vida humana, ya que ésta resulta bastante compleja, complicada e insatisfactoria, va siendo hora de que esa consciencia de cambio que está latente se vaya haciendo patente, y se note palpablemente en nuestra sociedad.
Pocos dudan ya de que el ser humano normal y corriente se encamina más o menos de forma consciente a su deterioro personal, cuando no a su propia destrucción.
Si los gobiernos y las instituciones siguen empeñándose, como hasta ahora hacen, en querer arreglar los problemas con paños calientes o parches adhesivos, en vez de enfrentarse a una solución radical y auténtica de las dificultades y despropósitos que afectan a la sociedad, la vida humana, en primer lugar, resultará pobre y baldía, como si no pudiera encontrar el ser humano motivos para afrontarla y dirigirla.
Por otra parte, siguiendo como hasta ahora las cosas, el pueblo (la sociedad entera) no tendrá más remedio que levantarse buscando y exigiendo reforma y/o revolución.
Muchas de las leyes que nos rigen han sido inventadas e impuestas (salvo excepciones) por los estamentos del poder y/o del dinero.
El ser humano deduce que para vivir su vida tiene que emprender luchas inmotivadas y esfuerzos inútiles con el fin de poder conseguir cosas que ni le sirven ni le agradan.
El mundo de la ética está edificado sobre una moral acomodaticia que destruye, o al menos distorsiona, el valor evolutivo de las capacidades y posibilidades del ser consciente.
Toda esta cultura social procede indudablemente de una falsa y deformante visión de la actividad humana, ya que ésta queda ignorada y/o separada de su intrínseco significado.
Queda desfigurada de su significado y valor porque incide y se dirige casi exhaustivamente a una realización productiva y/o utilitaria y provechosa, que mira principalmente no al cumplimiento de las capacidades y posibilidades del individuo, sino especialmente a la producción de bienes o riquezas en forma indiscriminada, es decir, en forma no planificada ni adecuadamente especificada.
En efecto, cualquiera que posea medios económicos puede empezar a producir bienes de cualquier tipo, sin presentar ni tener estructura adecuada ni necesidad específica en su realización.
Esta actividad de los medios del dinero y del poder, coloca al ser humano en un derrotero arbitrario, donde su meta se reduce a producir siempre con vistas a una actividad para el lucro y la ganancia impredecible.
Tanto los que tienen los medios y los que soportan la actividad laboral productiva, resultan ambos deteriorados y perjudicados en sus intenciones específicamente humanas.
¿Qué pasa con las ciencias económicas y sociales? ¿Es que siempre han de permanecer ciegas a todo proyecto integral y auténtico, a pesar de los inermes y continuos fracasos en la aplicación de sus normas específicas?
¿Cómo es que la economía tiene que poner y posar su fulcro en premisas que no pueden tener conciencia (autoconciencia) de su actividad, desarrollo y derrotero? ¿Por qué la sociología se empeña en buscar soluciones a la vida global, sin solucionar primero el estado anímico particular de la persona?
Hemos venido exponiendo brevemente unas cuantas razones superficiales que son, sin duda, algunas de las causas del proceso y deterioro de la vida.
Hay razones mucho más profundas del fracaso de la vida, que iremos explorando, porque da vergüenza seguir escribiendo de esta manera teniendo en cuenta que la mayoría de los seres humanos ya están preparados evolutivamente para ver las cosas de otra manera, y no como hasta ahora las ven.
La mayoría de los seres humanos ya tienen una consciencia que les permite verdaderamente distinguir entre el bien y el mal. Ya pocos van a permitir ser engañados conscientemente, como hasta ahora ocurría.
Pronto la consigna será “reforma y/o revolución”, como mejor forma para la evolución integral.
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