Estoy asombrado con la Hoja 23 de NP. Y no por la temática, que se tenía que haber explicado por el Comité de Empresa (CE) hace tiempo, sino por algunas rotundas afirmaciones que pueden llevar a equívocos.
No quiero entrar en polémicas sobre opiniones hacia personas concretas, pero sí me voy a centrar en unos aspectos, dignos de mención por lo equivocados que están.
Se hace extraño que cuando criticamos desde Red Ubuntu la actuación del CE (algunas veces lo hemos hecho, pero siempre con ánimo de conseguir una evolución de la acción sindical al encontrarse completamente desfasada), sea siempre NP el defensor a ultranza de la institución y la plantilla, e incluso parece un ataque a NP en particular.
Me asaltan las dudas: ¿no son 23 el número de representantes del CE? ¿Son todos de NP? ¿Qué opinan el resto de secciones sindicales? ¿Por qué no es el CE el que hace estos comunicados?
Lo que está claro es que se pueden sacar varias conclusiones:
1.- Positivas: están preocupados y comprometidos con la labor sindical, con la plantilla y con la institución del CE. Es la ventaja que tienen los sindicatos independientes (los de verdad) sobre los verticales.
2.- Negativas: que una respuesta a una crítica sea la causa de informar a los trabajadores ¿?.
Esto no es todo, lo más grave que se manifiesta en ese comunicado es cuando dice que: “...en su día no quisieron dar pábulo a la revista Red Ubuntu.”
Me parece una completa falta de respeto hacia la plantilla y en especial a los trabajadores que escribimos en la revista, porque aunque las opiniones no gusten ¿es motivo de desprecio? ¿De ignorar las ideas propuestas? ¿De tirar a la basura informes de mejora entregados de manera altruista? ¿De destruir la participación? ¿O es que sólo pueden participar los “amigotes” de toda la vida? ¿No deben primar las buenas ideas sobre las rencillas viscerales?
Si esta es lo será a línea de actuación lo criticaré eternamente, no se puede obviar la opinión de los trabajadores. El poder del CE emana de la plantilla, por lo que se merece el máximo respeto.
Para rematar la faena de despropósitos: dicen que Juan Antonio Aguilera (JA) es el padre putativo en la sombra de la revista Red Ubuntu. ¿Cómo se puede ser tan injusto con una persona y faltar tanto a la verdad?
Entiendo que todos nos equivocamos, por lo que es necesario aceptarlo con humildad, pasar página y continuar trabajando porque queda mucho por hacer.
Banco de pruebas y opinión, sobre ideas que deben ser pulidas en pos de la evolución integral.
viernes, 15 de enero de 2010
¡Llegó el sentido común a Cataluña!
Y no lo digo con mala intención, ya que en casi toda las Comunidades Autónomas de España deberían tomar ejemplo de la reciente prohibición (¡por fin!), de los toros en Cataluña.
Ha hecho falta llegar al siglo XXI y que se hiciera una votación secreta, porque no nos engañemos, si no hubiera sido secreta no se hubiera aprobado. A los políticos les ha faltado un poco de valor y coherencia política, pero una victoria de esta envergadura contra el sinsentido es bienvenida a pesar de todo.
La votación ha despertado interés dentro y fuera de España porque sus resultados pueden provocar un efecto dominó en otras comunidades.
Si bien es cierto que en el territorio nacional Cataluña no ha sido pionera—en las Islas Canarias ya estaba aprobada esta prohibición desde el año 1991 (ley autonómica 8/1991)— sí es cierto que es en la primera Comunidad donde aún existiendo una tremenda tradición se rompió con el sinsentido, la tradición taurina catalana se remonta al siglo XV.
Ya hace unos años, Barcelona se declaró ciudad anti-taurina después de una iniciativa popular (sin efecto legal) que reunió más de 250.000 firmas. En esta ocasión la iniciativa, promovida por la plataforma Prou (basta, en catalán), contó con el apoyo de una buena parte de los diputados del Parlamento de Cataluña.
La siguiente movilización debería perseguir una recogida de firmas para que se modifique la Ley de protección de los animales.
Dicha ley tiene una excepción: los toros (artículo 6). Son animales que quedan excluidos de la ley y que pueden sufrir física y psíquicamente".
Por otro lado las cifras son apabullantes. El Estado español se gasta al año 564 millones de euros (94.000 millones de pesetas) en subvencionar los espectáculos taurinos.
Un patético espectáculo de tortura y muerte que pagamos todos, queramos o no, a pesar de que a un 70 % de los españoles no nos interesa y hasta nos repugna el supuesto arte de la tauromaquia - existen diferentes encuestas al respecto que lo corroboran.
Me ha parecido interesante la idea lanzada por el equipo del programa televisivo de La Sexta, Caiga Quien Caiga (CQC). Pide al Gobierno que, al igual que nos permite destinar parte de nuestros impuestos a la Iglesia católica o a las ONG, se incluya en la próxima Declaración de la Renta una casilla donde podamos poner una equis los que no queremos subvencionar más torturas de animales. ¡Qué buena idea!
Ha hecho falta llegar al siglo XXI y que se hiciera una votación secreta, porque no nos engañemos, si no hubiera sido secreta no se hubiera aprobado. A los políticos les ha faltado un poco de valor y coherencia política, pero una victoria de esta envergadura contra el sinsentido es bienvenida a pesar de todo.
La votación ha despertado interés dentro y fuera de España porque sus resultados pueden provocar un efecto dominó en otras comunidades.
Si bien es cierto que en el territorio nacional Cataluña no ha sido pionera—en las Islas Canarias ya estaba aprobada esta prohibición desde el año 1991 (ley autonómica 8/1991)— sí es cierto que es en la primera Comunidad donde aún existiendo una tremenda tradición se rompió con el sinsentido, la tradición taurina catalana se remonta al siglo XV.
Ya hace unos años, Barcelona se declaró ciudad anti-taurina después de una iniciativa popular (sin efecto legal) que reunió más de 250.000 firmas. En esta ocasión la iniciativa, promovida por la plataforma Prou (basta, en catalán), contó con el apoyo de una buena parte de los diputados del Parlamento de Cataluña.
La siguiente movilización debería perseguir una recogida de firmas para que se modifique la Ley de protección de los animales.
Dicha ley tiene una excepción: los toros (artículo 6). Son animales que quedan excluidos de la ley y que pueden sufrir física y psíquicamente".
Por otro lado las cifras son apabullantes. El Estado español se gasta al año 564 millones de euros (94.000 millones de pesetas) en subvencionar los espectáculos taurinos.
Un patético espectáculo de tortura y muerte que pagamos todos, queramos o no, a pesar de que a un 70 % de los españoles no nos interesa y hasta nos repugna el supuesto arte de la tauromaquia - existen diferentes encuestas al respecto que lo corroboran.
Me ha parecido interesante la idea lanzada por el equipo del programa televisivo de La Sexta, Caiga Quien Caiga (CQC). Pide al Gobierno que, al igual que nos permite destinar parte de nuestros impuestos a la Iglesia católica o a las ONG, se incluya en la próxima Declaración de la Renta una casilla donde podamos poner una equis los que no queremos subvencionar más torturas de animales. ¡Qué buena idea!
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